27 de noviembre de 2008

Cartas 4

EL INTERÉS MÁS DESINTERESADO (II)

Siguiendo con la proyectada fusión de las Cajas, la demostración más palpable de que no son los intereses económicos los que subyacen es el repetido machaconeo de que “la integración de las cajas de ahorro de Castilla y León asegurará el futuro de Caja España”, como si nos encontráramos ante una Caja en peligro. Si primaran los intereses económicos no se darían mensajes subliminales que pueden crear desconfianza e inquietud entre los impositores como la insinuación de que el futuro no está asegurado.

Mientras personas interesadas en la operación insisten, machaconamente, en que lo único que se busca es la viabilidad de las entidades, no se comenta, ni siquiera de pasada, el hecho de que en 200 años de existencia de las cajas de ahorros ninguna de ellas tuvo “tropiezos” financieros.

La realidad es que Caja España, además de ser la primera Caja de esta Comunidad, es la duodécima en el ranking de las Cajas españolas seguida de cerca por Caja Duero que ocupa el decimosexto lugar del citado ranking. Los activos que individualmente tienen (Junio de 2008) tanto Caja España (22.632 millones de euros) como Caja Duero (19.552 millones de euros) superan los que reúnen conjuntamente las cuatro cajas castellanas (Caja Burgos, Caja Ávila, Caja Segovia y Caja Círculo de Burgos”) ya que tenemos que descender hasta el vigesimocuarto puesto del ranking nacional para encontrarnos con Caja Burgos (11.844 millones de euros) la más grande de las castellanas.

Y lo mismo sucede si hablamos de las sucursales, tanto Caja España como Caja Duero tienen cada una individualmente un nº de oficinas similar al de las cuatro Cajas castellanas en su conjunto.

Por si nos quedaba alguna duda, la noticia publicada en El Economista el pasado 23 de Septiembre nos aclara, aún más, por donde van los tiros. Según dicha información la Junta de Castilla y León propiciaba la fusión entre Caja Burgos y Caja Duero o Caja España con la pretensión de que fuera la castellana la dominante en cualquiera de los casos. Solo desde el interés político puede entenderse dicha operación que en palabras de “El Economista” es “un hecho que sorprende porque su tamaño es inferior a las compañías con sede en Salamanca y León”.

Pero aún se ve más palpablemente el interés estrictamente político que preside estas operaciones si echamos una ojeada a las actitudes de los dos partidos políticos PP y PSOE que han firmado un “gran acuerdo” en Castilla y León mientras que en el País Vasco (la otra fusión de que se habla estos días) se oponen frontalmente a la misma con argumentos como que “las cajas pueden perder identidad” (PSOE) o que “no está demostrado que una fusión suponga mayor solvencia y seguridad ni mejor obra social” (PP).

Según el PP vasco, el proyecto de fusión de las Cajas Vascas sólo responde a “la obsesión nacionalista por controlar todo lo que puede en este país, especialmente lo que funciona bien” mientras insisten en que la fusión de las cajas es "para que haya más industrias y más obra social y no para que un partido mangonee a los demás o quiera hacer un chiringuito".

Mientras, a juicio del PSE el proyecto de fusión "se trata de la absorción de Kutxa por parte de BBK y no garantiza los intereses de Gipuzkoa". "Además, conlleva el riesgo de que el fruto del ahorro de los guipuzcoanos no revierta en los proyectos de desarrollo y bienestar que Gipuzkoa necesita y necesitará en el futuro".

Sorprende aún más la oposición frontal a cualquier tipo de fusión de PP y PSOE en el País Vasco cuando en el plan de fusión de BBK y Kutxa se establece un escrupuloso respeto a las aportaciones de ambas Cajas así como dos sedes para la Caja resultante que pagará sus impuestos en la proporción de 60/40 (según los recursos aportados por cada una de las Cajas) a la respectiva Hacienda Foral, vizcaína o guipuzcoana, para que ninguno de los territorios resulte perjudicado.

Sin embargo, esos mismos partidos, apoyan entusiasmados en Castilla y León cualquier tipo de fusión que, como todos sabemos (la experiencia es la madre de la ciencia) terminará beneficiando a Valladolid y contribuirá a seguir aumentando la despoblación del País Leonés y la desigualdad interprovincial.

Y para terminar de “rizar el rizo”, los mismos partidos que en esta autonomía insisten en que es imprescindible la fusión para garantizar la viabilidad de las entidades, apoyan que la Caja Vital no entre en la fusión de las Cajas Vascas cuando por sus activos (7.996 millones de euros) es menos de la mitad que Caja España o Caja Duero. Parece que en este caso el tamaño no es importante.

¿Cómo pueden PP y PSOE defender sin sonrojo dos posturas tan antagónicas?

Todo cuanto antecede abona, una vez más, el convencimiento de que, en este tema de las fusiones, los criterios económicos brillan por su ausencia y que, desgraciadamente, parece que hemos pasado, al menos en esta comunidad, “Del interés más desinteresado” a “Coge la cartera y corre”.

Alicia Valmaseda Merino

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